6 ERRORES QUE NO SE DEBEN COMETER AL INICIARSE EN EL MUNDO DEL VINO

Iniciarse en el mundo del vino no es solo la aventura de descubrir nuevos sabores sino una oportunidad de ampliar nuestra cultura gastronómica. No en vano, el vino es quizá la bebida alcohólica más presente en la mesa a la hora de comer y la combinación de esta con la comida -el maridaje- es uno de los temas más estudiados entre los entendidos en vino.
Y el del vino, como cualquier otro camino en sus comienzos, siempre resulta interesante, sobre todo si uno abre la mente y no cae en algunos errores en los que todos los principiantes solemos caer.

1. Los vinos blancos son para el verano
El hecho de que se sirvan a temperaturas más frescas no los hace exclusivos de verano ni mucho menos. Pensad que el marisco está en temporada en los meses con “r”, esto es de septiembre a abril y que no hay mejor pareja para un buen marisco gallego que un buen Albariño. ¡Qué vivan los vinos blancos en invierno!
2. El vino con tapón de rosca es malo
Nos sigue pareciendo una herejía que un buen vino pueda venir sin su corcho natural hecho de corteza de alcornoque, incluso si el corcho es sintético nos echa para atrás. El simple hecho de que el vino tenga tapón de rosca, independientemente del vino que sea, en nuestra mente se convierte en un vino a la altura del Don Simón. Y no, que sepáis que fuera de España el tapón de rosca por cuestiones de comodidad y limpieza va ganando terreno hasta el punto de que fuera de España os podéis encontrar vinos españoles de Denominaciones de Origen muy conocidas y con este tipo de cierre.
Del mismo modo, muchos vinos de gran calidad que se producen en Sudáfrica o Chile también se envasan con tapón de rosca, así que si te encuentras uno de esos en el supermercado, no reniegues de él sin conocerlo, pues es muy posible que te estés perdiendo algo que merecía la pena descubrir.
3. No hay vida más allá del Rioja y el Ribera del Duero
Recuerda que lo más probable es que el mejor vino que pruebes en tu vida, el que más te guste de todos, no va a ser ni el más famoso ni el más caro. Por eso, no te cortes y no te niegues oportunidades de probar vinos nuevos. En el mundo hay más vinos que los Riojas y los Riberas del Duero, vaya sí los hay,  y están ahí esperando para sorprenderte. Garnachas, Mencías, Verdejos, Godellos, vinos de Rueda, de Navarra, del Penedés, de Toro, de Jerez,…
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4. No dejarte aconsejar
Ya sea el vendedor de nuestra tienda de confianza, el camarero que nos sirve en un restaurante o simplemente alguien que pase a nuestro lado mientras estamos pensando qué botella del súper echamos en la cesta, siempre es bueno escucharles si tienen algo que decir. Otra cosa es que sus consejos no consigan convencernos y optemos por no hacer caso, pero escuchando a los que saben siempre se aprenden cosas.
5. Las carnes con tinto y los pescados con blanco
Que sea una regla que funciona bien no significa que nunca se pueda romper, de hecho hay carnes a las que les sienta muy bien un blanco y pescados a los que les sienta muy bien un tinto. Os pongo ejemplos, un plato ligero a base de pollo o pavo, un asado de solomillo o lomo de cerdo -las partes menos grasas- y carnes blancas en general, pueden combinar muy bien con blancos. De la misma manera, pescados grasos de sabor fuerte como el atún, el salmón, las caballas irán genial con tintos ligeros. Incluso hay pescados como la lamprea que casan muy bien con tintos añejos.
6. El tinto del tiempo y el blanco bien fresquito de la nevera
En este tema hay que reconocer que muchos bares han hecho mucho daño, pues al no disponer de cavas convenientemente preparadas, servían el vino según cuadrase. Y no, la temperatura óptima para servir un tinto está entre los 16-18ºC, que dependiendo de donde vivas será más o menos la temperatura ambiente o puede ser la mitad y, los blancos, deben servirse a una temperatura de unos 10ºC, esto es, fresquitos, pero no casi helados cual refrescos. Servir un vino por debajo de los 5ºC no nos permitirá degustarlo como es debido, aparte de que para algunas personas puede ser hasta molesto.
En definitiva, que siempre es mejor abrir la mente, experimentar, disfrutar y… ¡no pasarse de nevera!

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